EN DEFENSA DE LA CASA CITADINA


Por Juan Pablo García Cisneros, Estudiante de Comunicación y cultura, UACM San Lorenzo Tezonco

Tiempos, muertos, lujos, momentos, tragedias, melancolías, unidimenciones y mas…

  A lo largo del tiempo  las oportunidades fueron escasas, cegadas;  por varias décadas se perpetuó la idea de que solo  existían opciones para algunos cuantos, de que solo había  iniciativas privadas que se mostraban costosas y pretensiosas.



Vivimos   en medio de un país en donde el conocimiento se torna  “costoso” y “peligroso”; caro en el sentido de desigualdad, de ausencia de equidad y peligroso porque al adquirirlo puede tomar otra ruta, otro camino, por ejemplo;  el conocimiento desde el polo del poder se puede utilizar  para que algunos cuantos tengan todo, para que ciertos tip@s  se llenen hasta reventar (nunca revientan), en otro extremo se muestran  millones que  no puedan  mantener sus necesidades vitales, por ejemplo; es incongruente que la humanidad  no tenga   vivienda y salga a las calles, es intolerante que los seres vivos no se alimenten, que mueran lentamente,  es indignante que existan personas harapientas [1],  que no adquieran vestido.
Durante  mucho tiempo hemos coexistido fragmentados, dispersos, acríticos; es paradójico pero en este país  nos moldean para trabajar y  al mismo tiempo  nos enseñan a moldear. Existen infinidad de lugares que enseñan  el “don” de ordenar, de dictar,  de coaccionar; estas estancias   muestran un perfil de   amo-esclavo, de gerente-súbdito,  de jefe-subordinado. Al parecer no hay alternativas, o no había hasta ese momento.
 La educación humanista fue olvidada por mucho tiempo, pasaban décadas y décadas y se mantenían las mismas ofertas,  era cuestión de observar el entorno y percatarse de lo injusto que era la educación en México. Contextualmente, en la ciudad de México  surgieron  ciertas instituciones educativas por demás loables (UNAM, UAM, IPN), pero una ciudad tan grande necesitaba de espacios educativos alternativos, que cumplieran  con la demanda de cientos de jóvenes ansiosos por aprender, por  adquirir conocimiento humanista, crítico y consciente.
Es así como llega el año del  2001, año de guerra política, año de tiranos con “votas”,  de gastos inútiles, de historia sin fin; el principio del milenio trajo consigo obras divergentes e incomodas, facturó  proyectos enfocados a la educación pública, libre y critica.  Parece ser ayer cuando los padres de familia pedían “prepa si, cárcel no”, se había logrado  crear una aposento educativo (IEMSS)  y tirar una celda reprimida, se tenía ya construido una espacio de conocimiento y no de salvamento falso y restrictivo.  Con el paso del tiempo este primer recinto se convertiría en la primera universidad citadina de México.
El 2001 significa  para muchos el surgimiento de una nueva casa de estudios, de un área libre, de un sitio alterno, la facultad de ser crítico suele ser incomoda para muchos, para la mayoría, la oportunidad suele irritar  a los grandes dueños de la palabra, a los poderosos. Ya estábamos (estamos) cansados de la monotonía, de los mismo, paralelamente a este sentir se encontraba el lugar del  good bye cruel world, del my self destroyed , del desencanto mutuo.
Era imprescindible construir nuevas formas de conocimiento, era menester crear paradigmas claros y complejos, que nos llevaran por las rutas  del saber humano, del sentir ajeno; cuando no sabemos en donde estamos es fácil conjeturar una respuesta.
Cuando se crean las universidades de la ciudad de México se forman alternancias sumamente competentes, cuando se crean las universidades autónomas de la ciudad de México, se forjan caminos hondamente críticos, fuertemente libres. Las UACM son plateles con dignidad, con autoridad propia, con independencias autónomas, cuando se habla de las UACM no se reduce al fraude ni a la confabulación, nos inscribimos en el plano de la educación valiosa, de la que ya no existe.
En estos momentos vivimos tiempos de antagonismo, de mentiras a voces, de verdades insulsas, ya basta de los dimes y diretes, de las acusaciones sin preámbulo, de acusaciones pueriles,  es momento de recordar a todos que la UACM no se vende ni se trafica, de recordarle a los medios de comunicación que no estamos lerdos,  que estamos paraos y dispuestos a todo…la UACM es iniciativa de todos, de todas, de  nuestras familias, de nuestros hermanos.

[1] Silvio Rodríguez nos demuestra, mediante  una melodía, que el harapo es simbólico, es la muestra de la desigualdad, de la lucha, de la defensa. “Canción en harapos”,  1985.

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