Por Juan Pablo García Cisneros, Estudiante de Comunicación y cultura, UACM San Lorenzo Tezonco
El caimán por definición, ensalza ferocidad, remite a brutalidad; un animal que vive por instinto no piensa en que comerá hoy, en que comerá mañana; por ningún motivo se puede imaginar a un caimán tratando de aprobar lo que devorará, de planear con un alto índice de moderación lo que engullera, el reptil lo hace y ya, mastica y no hay más.
Por definición nunca imaginamos a un caimán lleno de inocencia, de caballería, pero la realidad muestra distintas verdades, la realidad llega a establecer lo increíble en innegable.
Lo increíble puede llegar a suceder cuando estamos en vísperas de lo deseado, de lo anhelado; la pasión y el deseo configuran en concepto cuando se cree en lo increíble. Con el mundo moderno la pretensión de aprehender los espacios públicos como propios se convierte un mecanismo que configura la necesidad que tiene el ser humano para vivir, es el deseo que más revolotea en las mentes. Se dice que de lo imaginado se puede hacer lo increíble, lo que difícilmente se da, es así que nos percatamos fácilmente de diversos actos inesperados, inimaginables.
La verdad, por otro lado, se concibe como lo concreto, como lo irrefutable, para el ser humano es más fácil creer que es verdad antes de pensar en lo contrario, nos cuesta más criticar que aceptar, nos mantenemos quietos mientras nos dicen que todo va bien, que la verdad es única e irremplazable. Siempre arrumbamos en sitios cómodos, en donde no nos molesten, en donde nunca nos regañen, es por eso que siempre tratamos de convertir lo inaceptable por verdades.
La empresa monopólica: increíble verdad
Se sabe que el monopolio, en base a una “concesión legal” otorgado por un alto poder, puede establecer lazos de dominio y mecanismos de centralización; el consorcio lucrativo establece pautas de acaparamiento, de desigualdad, como resultado tenemos una compañía que permanece pausada contra de toda equidad, antagónica a toda forma de reparto.
Mediante el privilegio exclusivo de manejar los recursos o productos de algún territorio se generan las formas mas indignas de razonamiento, de coerción, en otras palabras, existen ciertos personajes que manejan y moldean la supervivencia, la mentalidad y la forma de laborar de todos los que conformamos el lugar, el espacio.
El monopolio es el consorcio de algunos privilegiados que tiene la exclusividad de operar y considerar lo “viable” para los demás, estos hombrecillos administran la vida en base a necesidades falsas y represivas, falsas por qué no las necesitamos y represivas por jamás llegamos a ellas.
Descaradamente existen empresas que se jactan de humanitarias, llevan consigo el nombre de filantrópicas como su sinónimo mas allegado, se manifiestan desde un punto clave en donde surge la posibilidad de ayuda, de caridad. Estas empresas, que visiblemente ejercen acciones monopólicas, muestran por sus medios (Televisión, radio, internet) que recorren la vida ofreciendo productos para la mejora humana, se pretende ajustar la idea de que la televisión sirve para educar, de que la radio es solo para proyectar los éxitos más “sonados”, los más escuchados.
La libertad juega un papel cardinal en estos espacios, se contempla a la libertad como la función total del televidente, se proyecta el pensamiento de que el que observa TV tiene la facultad de cambiar de un canal a otro, de un programa a otro; esa libertad suena fatua, la libertad de elegir entre la gama de productos que ofrecen estos monopolios no es libertad, es decir, la ausencia de libertad se contempla cuando nos dirigen hacia lo preestablecido.
La libertad, en este sentido, tiene dos vertientes, la de seducir y la de engañar, fascinadora porque muestra, enseña, plantea situaciones maravillosas, mentirosa por que juega con los sentidos del ser humano, por que los vuelca hacia esas verdades expuestas antes.
Una vez aventurados en la idea del monopolio extravagante y seductor, nos inclinamos a un episodio que surge en un país periférico, en un territorio en vías de desarrollo, en este tipo de lugares es común que se fortalezca la idea de la verdad, en estos países los medios de comunicación mandan, ellos controlan la capacidad y la complicidad entre los seres humanos, contemplamos una cierta comunión que emana una relación increíble entre los medios de las comunicaciones y los países sub-desarrollados; esta afinidad entre uno y otro, en definitiva, protege un acontecimiento feroz.
Hablando de lo increíble que pueden ser ciertos acontecimientos, en México se presenta un caso por demás asombroso[1], en este lugar los medios mandan y el gobierno obedece, mejor dicho, el gobierno se subordina ante el gigante de las mentes y obtiene cantidades económicas e ideológicas. Este intercambio tiene un precio, por un lado, el gobierno consigue ciertas ganancias traducidas en efectivo, en monedas, por otro lado están los que pagan, los que mandan.
El tener el poder adquisitivo y mediático para trocar determinados sucesos u objetos, hace posible la construcción de acontecimientos inimaginables, de eventos atroces trasformados en virtudes; es así y solo así, como lo increíble se convierte en verdad.
[1] En realidad esto ocurre en todo el mundo, son escasos los países que puede controlar sus medios de comunicación.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario